PRIMER MISTERIO:
LA ANUNCIACIÓN Y ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
(Lee Lucas 1, 26-38 ó Juan 1, 6-18).


Así como María aceptó con valor y humildad la invitación a ser la Madre de Jesús, así también nosotros tenemos que aceptar con sencillez y decisión el llamado de Dios a ser sus hijos. Acordémonos de que se trata de un gran compromiso.

¡Oh, María, dulcísima, consuelo de las almas!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, saludada por el ángel, te anunció la encarnación del hijo de Dios en tus entrañas; por Él te suplicamos que el alma de nuestro(a) hermano(a) N… y todas aquellas almas que están en el purgatorio, reciban alegres noticias de la Gloria Eterna, a donde vayan a descansar. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén

SEGUNDO MISTERIO:
LA VISITA DE LA VIRGEN MARÍA A SU PRIMA SANTA ISABEL
.

(Lee Lucas 1, 39-56 ó Mateo 11, 2-10 ó Juan 1, 19-28).

Al saber que su prima Isabel se encontraba en el sexto mes de su embarazo, de inmediato María fue a visitarla para ponerse a su disposición. Esto representa una gran lección para nosotros: pues cuanto uno más ama al prójimo, tanto más ama a Dios.
¡Oh, María, refugio de pecadores!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, visitando a santa Isabel, fuiste por ella reconocida como Madre de Dios, y por haber sido intermediaria para librar de la culpa al niño Juan; por este gozo te suplicamos que visites y consueles a nuestro (a) hermano (a) N... y a los que están en el purgatorio para que intercedas por ellos ante tu Hijo. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

TERCER MISTERIO:
EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EN BELÉN.

(Lee Lucas 2,1-20 ó Mateo 2, 1-12).

¿Quiénes reconocieron en aquel niño al Mesías esperado? María, José y unos cuantos pastores, gente humilde que había puesto en Dios su confianza. Lo mismo pasará con nosotros: si somos humildes y confiamos en Dios, sentiremos su presencia en nuestro corazón. ¡Oh, María, estrella del mar, norte fijo de la Iglesia!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste cuando, naciendo de tu vientre, como de la aurora, el Sol de Justicia, Cristo, alumbró a los que estaban en tinieblas; a El suplicamos que nuestro (a) hermano (a) N… y todos aquellos que están en el purgatorio, merezcan salir de esas tinieblas y llegar a los resplandores de Su Gloria. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CUARTO MISTERIO:
LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS AL TEMPLO DE JERUSALÉN.

(Lee Lucas 2, 22-40)

Según la Ley de Moisés, a los cuarenta días Jesús fue presentado al templo. En esto María y José nos dan un ejemplo en el cumplimiento de sus deberes religiosos. También nosotros, si queremos ser cristianos de verdad, tenemos que cumplir con la ley de Dios. No podemos decir que no tenemos tiempo. Si el tiempo nos alcanza para las cosas de este mundo, ¿por qué no tiene que alcanzarnos para las cosas de Dios?
¡Oh Purísima María, que sin obligarte la ley de la purificación, presentaste a tu Santísimo Hijo en el templo, con especial gozo de verle reconocido como Verdadero Dios! Este Misterio te lo ofrecemos suplicando que nuestro (a) hermano (a) N... y todos aquellos que están en el purgatorio, sean, por tu intercesión, purificados para entrar en el templo de la gloria. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

QUINTO MISTERIO:
EL NIÑO JESÚS PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO.

(Lee Lucas 2, 41-52).

Para Jesús lo más importante era hacer la voluntad del Padre, por eso se quedó en el templo de Jerusalén, sin ni siquiera avisar a María y a José. Esto nos quiere enseñar que primero está Dios. Por lo tanto, nadie, por obedecer a los hombres, ponga a un lado la obediencia hacia Dios.
¡Oh, María, seguro medio para hallar a Jesús!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste al encontrar en el templo a tu hijo Jesús; por eso te suplicamos que nuestro (a) hermano (a) N... y todos los que se encuentran en el purgatorio tengan, por tus ruegos, el alivio de sus penas y lleguen a mirar a Jesús en el templo de su gloria. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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