PRIMER MISTERIO:
LA RESURRECCIÓN DE JESÚS.
(Mateo 28,1-7 ó Lucas 24, 13-35 ó Juan 20, 3-29)

Jesús murió y resucitó. Para Él los sufrimientos y la muerte fueron el camino para llegar a la resurrección y la gloria. Lo mismo pasará con nosotros: si aceptamos las pruebas de esta vida con paciencia, lograremos un día el gran progreso que todos deseamos: morir y resucitar con Cristo.¡Oh, María, alegría de los justos y consuelo de los pecadores!, este Misterio te lo ofrecemos en memoria de la alegría que tuviste al ver resucitado y glorioso a tu Santísimo Hijo: suplicándote, que así como, con la resurrección de Jesús, se alegraron todos los seres creados, así merezca nuestro (a) hermano (a) N... y todos los que se encuentran en el purgatorio, la resurrección eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

SEGUNDO MISTERIO:
LA ASCENSIÓN DE JESÚS AL CIELO.
(Lee Marcos 16, 14-20 ó Lucas 24, 44-53)
Subiendo al cielo, Jesús nos enseña que allá tenemos nuestra patria verdadera. Por lo tanto, nuestra única preocupación tiene que ser la de superarnos y progresar, según las enseñanzas y los ejemplos de Cristo para alcanzar la gloria del cielo.
¡Oh, María, madre de Dios, llena de gozo en la subida a los cielos de tu Santísimo Hijo, en compañía de todos los que Él redimió con su gloriosa resurrección!, este Misterio te lo ofrecemos, suplicándote que nuestro (a) hermano (a) N... y aquellos que están en el purgatorio, progresen, por tus ruegos ante Jesucristo, a la pascua Eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

TERCER MISTERIO:
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO SOBRE LA VIRGEN MARÍA Y LOS APÓSTOLES.

(Lee Hechos de los Apóstoles 2,1-3)

Diez días después de subir al cielo, Jesús envió a los apóstoles el regalo del Espíritu Santo, que transformó toda su vida. Por fin lograron entender su mensaje y tuvieron la fuerza para vivirlo y anunciarlo con valentía. También nosotros, si queremos ser verdaderos cristianos,
necesitamos la fuerza del Espíritu Santo. Pidamos a la Virgen que interceda por nosotros y nos consiga este gran regalo.
¡Oh, María, dulce esposa del Espíritu Santo!, este Misterio te lo ofrecemos por el gozo que tuviste cuando bajó el Divino Espíritu sobre ti y sobre todos los apóstoles, para que al ausentarse Jesús no quedáramos huérfanos, suplicamos tu intercesión para que el Espíritu de Cristo resucite a nuestro (a) hermano (a) N... y a todos los que están purificando su pecado en el purgatorio. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

CUARTO MISTERIO:
LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN CUERPO Y ALMA AL CIELO.

(Lee Lucas 1, 46-55 ó Apocalipsis 12, 13-17)

Después de haber terminado su periodo de vida en este mundo, María fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Se trató de un regalo especial que Jesús hizo a María, su Madre. En lugar de esperar el día de la resurrección final, Jesús quiso que pronto fuera a gozar con Él en cuerpo y alma. Así como ella se encuentra ya en la gloria en cuerpo y alma, así también nosotros esperamos estar después de la muerte. Para esto tenemos que imitar sus ejemplos.¡Oh dichosa María!, que entregaste tu espíritu en la hora de la muerte, en manos de tu Hijo Jesucristo, y después unido al cuerpo, resucitaste gloriosa!, este Misterio te lo ofrecemos, a fin de que intercedas ante tu Hijo Jesucristo, para que nuestro (a) hermano (a) N... y los que están en el purgatorio, resuciten y lleguen a la vida verdadera. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
QUINTO MISTERIO:
LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA COMO REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA.

(Lee Apocalipsis 12,1-5 ó 19, 4-16 ó 21, 1-14)

En este mundo nadie tuvo el privilegio de estar tan cerca de Jesús como María, su Madre, también ahora en el cielo, nadie está tan cerca de Jesús como ella. Siendo la Madre de Jesús, goza de un gran poder de intercesión: todo lo que pide a Jesús en nuestro favor, siempre se lo concede. Esto es lo que estamos haciendo al rezar este santo rosario. Por eso, acudimos a María con toda confianza, sabiendo que es nuestra Reina y es también nuestra Madre.

¡Oh soberana Virgen María, Madre de Dios, que resucitada en cuerpo y alma, fuiste sublimada a la gloria y coronada como Emperatriz de los ángeles y de los hombres!, este Misterio te lo ofrecemos, suplicándote que el alma de nuestro (a) hermano (a) N... y las demás del purgatorio merezcan por tus ruegos ser libres de las penas que padecen, para que sean coronadas de gloria, y que en compañía de tu Santísimo Hijo te amen por todos los siglos. Amén.

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